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Tulum - Mexico

Tulum


Empezamos el día con el pie izquierdo. El día anterior justo cuando llegábamos a la habitación de una excursión sorpresa nos llamaron para retrasar la hora de recogida en el hotel, eso solo significaba una cosa: no íbamos a ver el amanecer en Tulum. El tour que habíamos contratado era Tulum al amanecer con guía experto en arqueología. Teníamos muchas ganas y expectativas pero fue la visita que más nos defraudo, en primer lugar, la razón por la que retrasaron la hora de salida es porque el guía se había puesto enfermo así que no solo no tuvimos amanecer sino que además el conductor se limitó a contratar a uno de los guías que se encuentran en la puerta de entrada de todos los recinto arqueológicos y que nos avisó que el solo daba una hora de explicación. Además de no ver el amanecer ni tener guía experto nos tocó una familia argentina de lo más mal educada, así que no es de extrañas que a la vuelta en vez de buscar visitar algún otro lugar decidiéramos descansar y descubrir la playa, el manglar y las piscinas del hotel. Pero volviendo a Tulum, en la entrada nos tropezamos con el primer animalito; un coati, uno de los muchos que vimos sueltos por la rivera maya (hasta por los jardines de nuestro hotel) y que iba tras el guía, que suele alimentarlo. De aquí una vez entramos al recinto y pasando por un camino cubierto de árboles nos encontramos con bonitas aves de pelaje azul, que también siguen al guía por comida. Y finalmente un muro de piedra y una entrada. Tras cruzar esa entrada dejas atrás la vegetación y te encuentras con grandes explanadas de césped verde y edificios de piedra bien conservados distribuidos por toda la zona. Estos edificios mayas apenas tiene decoración, unos pocos tienen alguna imagen de calaveras o dioses, pero prácticamente son edificios sin decoración, solo piedras de muros y columnas formando casas como palacios. No es de extrañar que cuando llegaron los españoles al lugar lo llamaran el castillo, pues la edificación más grande se encuentra en lo alto de un acantilado que da al mar del Caribe y que es todo un edificio de piedra, como los castillos sin decoración externa, sino más bien una fortificación. El castillo en realidad no era un castillo sino un templo, y el edificio de la parte superior del templo es el que tiene algunas deidades talladas, aunque nada resaltable. Fuimos pasando por varios edificios pero lo más interesante era la localización, los edificas sobre un antiguo cenote (ahora de agua podrida), el castillo sobre un acantilado al mar del Caribe, los pequeños edificios y muros alrededor de las playas de arena blanca y palmeras de color verde, los palacios rodeados de césped. Junto al castillo se encuentra la escalinata de madera que baja directamente al mar del Caribe y a la playa del lugar. Desde la escalinata hay una fotografía preciosa del castillo, y caminando más hacia la izquierda sobre el acantilado hay una preciosa panorámica del lugar, que de lejos no deja percibir nuestro problema con las algas. El conductor nos dejó una hora y media libre, que a casi todos nos pareció mucho tiempo pero es que lo usual es que en todo ese tiempo libre se disfrute de las playas de Tulum, ya que desde el recinto arqueológico se puede bajar a la playa y disfrutar del mar Caribe. El problema es que este era el año de las algas. No sé si lo había comentado hasta ahora, pero el 2015 fue un año de algas en la rivera maya. Nosotras tuvimos suerte en cuanto a que a finales de noviembre y principio de diciembre ya solo quedaban algunas cubriendo la arena y el mar, porque según nos dijo el guía de Sian Ka’an en julio y agosto había tantas algas que no se podía andar, como que al día retiraban cuarenta toneladas de algas. Y se dice pronto pero cuarenta toneladas de algas es mucho. El caso es que una es muy escrupulosa para eso de bañarse con algas, un poco hasta que se van puede vivirlo pero cuando hay tanta alga en el mar y hay que nadar varios metros para librarse de ellas como que no es la opción más atractiva. Y si no quiere bañarse en un mar cubierto de algas puede andar por las playas de arena blanca de Tulum, el problema es que debido a la cantidad de algas no había arena sino mares de algas rojas. La gente que paseaba lo hacía con los pies en el agua, porque era literalmente imposible que nadie caminara por entre las montañas de algas que cubrían la playa. Así que regresamos antes de lo previsto al autobús, y curiosamente estábamos todos menos la familia argentina, que no solo se quedó la hora y media sino que además llegó con retraso. Me gustó Tulum no por la calidad de sus ruinas mayas sino por el lugar paradisíaco donde se encuentran, junto al mar Caribe. Este día fue más de relax, que siendo que llevábamos tantos días de cultura en cultura tampoco pasaba nada por descansar. 

Visita: Noviembre 2015

Mis imágenes: Dentro del Álbum Mexico

Información para viajar: Pendiente

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