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Diario 2012: Suiza con Swiss Pass : 17. Zermatt - Gornergratt - Klein Matterhorn - dia 5

Nos levantamos y vimos que estaba nublado, la suerte no había continuado con nosotras y finalmente la lluvia hizo su presencia, afortunadamente cuando llegamos a nuestro destino ya no llovia. El tren a Zermatt salía a las ocho así que desayunamos deprisa y salimos hacia la estación. Nos dimos tanta prisa que al final pudimos hasta comprar el billete de tren a Gornergrat. En realidad no estaba planeado coger el billete en Interlaken pero ya que no había mucha gente en la fila aprovechamos la ocasión.

 
 

El viaje desde Interlaken hasta Zermatt está cubierto con el swiss pass, y una vez que se pasa un largo túnel deja unas vistas preciosas, todo montañas y profundos precipicios, ríos de aguas claras corriendo y cascadas cayendo de las rocas. Y eso que lo vimos muy de mañana y todo nublado, que con sol tenían que ser unas vistas aún mejores. Aún así el tren no tenía mucha gente, debe ser que todos se alojan en Zermat, porque el pueblo si estaba lleno de turistas, muchos turistas.

 
 

Nada más llegar a la estación hay que salir de la misma y cruzar la calle. Justo enfrente está la estación del tren de cremallera a Gornergrat. Está señalizado pero hay que tener en cuenta que no se coge en la misma estación que el resto de trenes.Fue una suerte haber comprado el billete de tren en Interlaken porque nada más llegar a la estación desde donde sale el tren al Gornergrat este estaba a punto de salir y en las taquillas había fila para sacar el billete. Nosotras pasamos de las taquillas y corrimos para coger el tren, fuimos las últimas en subir justo antes de que el tren saliera. Si no hubiéramos cogido los billetes en Interlaken habríamos tenido que hacer fila para sacarlos y esperar al siguiente tren, lo que hubiera sido una pérdida de tiempo. El billete de tren a Gornergrat tiene descuento con el swiss pass por lo que nos costó 40 francos.

 
 

Como decía no nos hizo un buen día y estaba todo cubierto por una densa niebla. Tuvimos más vistas a la bajada que a la subida. A la subida la niebla cubría el valle y no se podían ver ni las montañas ni el pueblo pero por el otro lado si pudimos ver los arboles, las cascadas, los telecabinas para la época de esquí, los lagos, y sobre todo las ardillas y las cabras por ahí sueltas. A la bajada en cambio la niebla había despejado y se veía lo que es Zermat; el valle con todas las casitas y muchas grúas, al parecer ahí no tienen problemas con la construcción, es una pena pero estropeaba la foto de postal. El tren hace unas pocas paradas y cuando despejaba un poco pudimos ver que hay caminos para si uno quiere bajar en una estación y hacer camino de subida o de bajada andando y disfrutar de la montaña. Insisto, una pena que estuviera con tanta niebla. El billete de tren permite pasar por cualquiera de las estaciones por lo que puedes bajarte en una y subir en otra sin problemas.

 
 

Esperábamos que despejara mientras subíamos pero las nubes eran tan densas como se veían desde abajo. Al principio de la subida a medida que se veían los telecabinas de los esquiadores (no había nieve así que no estaban en funcionamiento) parecía que llegaríamos arriba y estaría despejado pero solo fue un espacio entre nube y nube. Pero cuando llegamos a la parada final, a 3089 metros de altura, ¡no se veía nada!. El cartel venia indicado los glaciares que teníamos que ver desde ahí y lo que se veía era un blanco absoluto. Dado que el paisaje no se dejaba ver al menos los sanbernardos, las cabras, los pájaros y las ardillas se mostraban.

 
 

Subiendo un poco más hay un hotel observatorio y en las rocas un poste cubierto de sal teníamos a una cabra lamiendo el poste, en posición perfecta para hacerle unas cuantas fotos. Ahí nos juntamos todos los turistas dado que no había nada más para ver que la cabra pues las vistas no existan. Subimos más arriba y seguía sin verse nada pero ya había nieve virgen. Estuvimos jugando un rato con la nieve y finalmente, viendo que no despejaba absolutamente nada, bajamos de nuevo a Zermat.

 
 

Zermatt es muy parecido a los pueblos de esquí; supongo que será el típico pueblo alpino: casitas de madera con balcones y ventanas llenos de flores, y tejados de pizarra. Muchas tiendas de souvenirs y restaurantes. Estuve mirando dormir por ahí cuando preparé el viaje pero todo era carísimo así que nos compensaba más hacer el trayecto en tren ida y vuelta, y lo cierto es que con la cantidad de turismo que había por ahí es normal que tuvieran esos precios los alojamientos. Camino al funicular para subir al Klein Matterhorn tuvimos que cruzar el pueblo (siguiendo los carteles no hay perdida), y cerca de las taquillas había unas casas que parecían horreos.

 
 

Cuando íbamos a coger el billete para subir al Klein Matterhorn y entrar a la cueva de hielo unos españoles se acercaron para preguntar cuánto costaba la subida con el swiss pass, y tal cual se lo dijeron se marcharon. Hay que decir que la subida no es barata, nosotras preferimos ahorrar en no comer por ahí fuera sino de lo traído de España y subir a todos los sitios pero es cierto que a veces hay que elegir, Suiza es muy bonita pero bastante cara para nuestro nivel de vida. Con el swiss pass hay un descuento para la subida y al final nos costó 172 francos. También en las mismas taquillas se podían comprar los tickets para visitar las cuevas de Zermat, que vimos las pasarelas de madera desde el telecabina y tenía buena pinta pero no teníamos horas suficientes en el día para hacerlo todo.

 
 

Montamos en el telecabina y mientras subíamos pudimos ver como decía el paseo entre la montaña y las grutas, el valle, las vaquitas pastando, las casita de madera. Y luego cambiamos al teleférico y más arriba solo veíamos la nube oscura tapando todo. Nos metimos dentro de la nube y solo se veía blanco alrededor. Cada vez estábamos más deprimidas pensando que no veríamos nada pero antes de llegar a los 3000 metros las nubes empezaron a desaparecer y de repente enfrente nuestro se alza un pico todo nevado. ¡Qué ilusión!. Cuanto más subíamos mejor se veían los picos, la nieve y el glaciar. Cierto que las nubes no dejaban verlo todo tan bien como si no hubiera habido pero dentro de lo que cabe conseguimos disfrutar mucho más de las pocas vistas que fueron saliendo a medida que subíamos al pico.

 
  

La radio del teleférico ya sonaba en italiano, cambiamos de idioma de nuevo. Al llegar arriba del todo, a los 3883 metros, salimos corriendo para encontrarnos con un cielo lleno de nubes, otra vez no se vía nada y además hacia un frío horrible. Así que entramos nuevamente y bajamos a visitar la cueva de hielo, o palacio glaciar como lo llaman ellos, que dicen es el glaciar palace más alto de Europa, no sé cuanto razón llevaran en eso, pero lo que ponía en los carteles. Esta cueva tenía el suelo de hielo cubierto así que no había peligro de resbalar. No tenía tantas figuras pero el techo era mucho más real y no hielo pulido. En la cueva estuvimos acompañando a una mujer inglesa que había perdido a su marido y le daba miedo andar por ahí, luego lo encontró en la cafetería. Cuando salimos de la cueva de hielo ya había salido el sol, las nubes se habían movido y aunque no se podía ver el valle si se podían ver los picos de las montaña, y salimos a las pistas de esquí a pasear y hacer fotos.

 
 

Como éramos las primeras en llegar al pico y salir la nieve era toda virgen, y daba gusto andar por ahí. Luego nos siguieron un grupo de chinos que también corrieron aprovechar esos instantes de sol, que no duraron mucho. En cuanto se fue empezó a hacer otra vez muchísimo frío, ya no se veía ni glaciar, ni montaña, ni nada, así que entramos de nuevo para marcharnos. Subimos al mirador para probar suerte pero solo se veía al Cristo helado (como se notaba la parte italiana) y un cielo blanco detrás de él, donde deberían aparecer unas buenas vistas. Así que bajamos de nuevo en el teleférico, y otra vez vimos el glaciar por entre las montañas y otra vez una gran nube blanca que no dejaba ver nada. Y cuando salimos de la nube aparece un arco iris sobre el valle, cada vez más visible cuanto más nos acercábamos a Zermat. Los chinos y nosotras bien pegaditas al cristal para disfrutar de las vistas del arco iris.

 
 

Al final tuvimos suerte de que no lloviera y que tuviéramos algunas bonitas vistas, aunque supongo que con un día despejado debe ser todo impresionante. Después de la comida cogimos el tren de vuelta a Interlaken, y empezó a despejarse, por lo que al final aún vimos de lejos las montañas que rodean Zermatt, cuando llegamos a Interlaken ya anochecía pero disfrutamos desde el tren de un atardecer nublado sobre el lago thun.

 

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